Seguro que en algún momento de la vida de tu hijo, te has preguntado si tiene o tendrá fimosis y si puedes hacer algo para evitarlo. Afortunadamente, la fimosis es un problema que tiene solución.
La fimosis se define como un estrechamiento congénito (desde el nacimiento) o adquirido (a lo largo de la vida), de la abertura prepucial del pene.
Pueden diferenciarse dos tipos:
En el momento del nacimiento, existe en los bebés humanos una ‘fimosis fisiológica’, es decir, el prepucio del recién nacido no se retrae por la existencia de adherencias balanoprepuciales naturales en prácticamente la totalidad de los casos (es decir, en el momento del nacimiento, el prepucio está adherido a la superficie del glande del pene). Con el paso del tiempo, estas adherencias balanoprepuciales van desapareciendo de forma espontánea y gradual, por la presencia de esmegma (perlas blancas) y las erecciones intermitentes, permitiendo que el prepucio sea progresivamente más móvil y finalmente retráctil. A los tres o cuatro años de edad, 80% de los niños puede retraer el prepucio y a los 16 años, únicamente el 1% no lo podrá hacer, dándose lugar al diagnóstico de fimosis.
Se puede afirmar que hasta los 16 años de edad la fimosis es fisiológica y la actitud correcta ante ella es no hacer casi nada. La higiene diaria de los genitales con una suave retracción prepucial es suficiente. Las retracciones forzadas del prepucio convierten la fimosis fisiológica en patológica (cicatrizal). No es necesario ningún otro cuidado especial para su prevención.
En ocasiones, la fimosis fisiológica y la fimosis cicatrizal pueden dar lugar a cuadros de:
Obviamente, como en cualquier operación, existen riesgos inherentes a la cirugía, por muy sencillo que sea el procedimiento. Sin embargo, en este caso, la relación entre los bajos índices de consecuencias indeseables de la intervención, comparado con los enormes beneficios, hace que los riesgos apenas se tengan en cuenta.
Desde hace unos años se ha intensificado el fenómeno social de la inmigración en nuestro entorno, y esto obliga, particularmente a los profesionales de la salud, a saber interpretar las nuevas demandas formuladas por los nuevos colectivos. Si unos padres toman la decisión de realizar la circuncisión a su hijo por motivos personales, religiosos o culturales, deben ser informados sobre los conocimientos médicos del momento, referentes a los riesgos y beneficios de la intervención. Hay que permitir que se realice con garantías para la salud del niño, evitando circuitos y prácticas que serían un riesgo añadido.
En los adultos también se practican circuncisiones, siendo una operación generalmente realizada de forma ambulatoria y con muy buenos resultados. La recuperación es rápida, necesitándose tan sólo dos o tres días de reposo y unas pocas semanas de abstinencia sexual y/o esfuerzos físicos que puedan traumatizar la zona operada.