El alergólogo se puede definir como el médico de la alergia o el especialista médico experto en alergias.
La función principal del alergólogo consiste en prevenir, diagnosticar y tratar las enfermedades alérgicas. Las alergias son un conjunto de patologías basadas en la sobre activación del sistema inmunitario. Esto sucede cuando el sistema encargado de proteger al organismo responde frente a los alérgenos (sustancias identificadas como potencialmente dañinas) cuya naturaleza es muy diversa (polen de plantas, ácaros del polvo, medicamentos, determinadas sustancias de los alimentos,…).
La respuesta del sistema inmunitario frente a los alérgenos incluye diversas reacciones de tipo inflamatorio que pueden afectar a la piel y a las mucosas de los sistemas respiratorios o gastrointestinales. Esto da lugar a la aparición de diferentes síntomas en las enfermedades alérgicas.
El organismo reacciona fabricando anticuerpos que son capaces de identificar al alérgeno. A partir aquí se desata toda la cascada de la reacción alérgica.
La gravedad de la alergia varía significativamente de una persona a otra, pudiendo expresarse como una ligera alteración cutánea, hasta una anafilaxia que puede poner en peligro la vida del paciente.
Los alérgenos que provocan la alergia pueden acceder al organismo por diferentes vías, como las vías respiratorias, el tracto gastrointestinal, el contacto con la piel y la vía intravenosa o subcutánea.
Varían en función de los alérgenos que las provocan y las zonas del cuerpo afectadas:
Para el diagnóstico de las enfermedades alérgicas el alergólogo se basa en la historia clínica y las pruebas diagnósticas del paciente. Dentro de estas, la técnica más utilizada es la prueba cutánea o prick test. Consiste en colocar una gota de un preparado que contiene el alérgeno sospechoso en el brazo del paciente. A continuación, se realiza una ligera punción en la piel. Si existe la alergia se producirá una reacción de tipo inflamatorio, dando lugar a la aparición de un habón. Para determinados alérgenos (himenópteros y medicamentos) es más conveniente inyectar el alérgeno de forma más profunda en la piel (prueba intradérmica).
Para las alergias de tipo dérmico, lo que se suele hacer es aplicar en la piel del paciente un parche impregnado (patch test) con el preparado alergénico y dejarlo durante un periodo de 48 horas con lectura por el alergólogo a las 48 y 96 horas.
Estas pruebas diagnósticas son un buen método para identificar las sustancias frente a las que se tiene alergia, pero no son infalibles debido a que tienen baja sensibilidad.
Adicionalmente, existen también pruebas a las que el médico puede recurrir como ayuda para el diagnóstico, basadas en un análisis de sangre para detectar los niveles elevados de inmunoglobulinas específicos de un alérgeno (IgE). Sin embargo, en algunos tipos de alergia, como las alergias a medicamentos o a los alimentos, estas pruebas tampoco son suficientes para llegar al diagnóstico y se hace necesario recurrir a pruebas de provocación. Estas consisten en exponer o suministrar al paciente el medicamento o el alimento sospechoso de causar la reacción alérgica y esperar a la manifestación de la misma. Estas pruebas son más peligrosas para el paciente, por lo que siempre se realizan en consulta médica y bajo la supervisión de personal sanitario especializado.
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El tratamiento puede plantearse con diferentes estrategias:
Es recomendable acudir al alergólogo en el momento en que se presente cualquier síntoma o sospecha de algún padecimiento alérgico. Los síntomas de la alergia dependerán del alérgeno y de su vía de acceso al organismo:
Otros síntomas pueden acompañar a los cuadros alérgicos, incluyendo sinusitis, dolor de cabeza, cansancio frecuente y fatiga crónica, otitis alérgica o de repetición, tos crónica, broncoespasmos, dificultad respiratoria, dolor abdominal y diarrea, entre otros.