Dia a día el esfuerzo de muchos científicos es develar las incógnitas sin resolver; el SARS-CoV-2 es un virus que nos ha obligado a sumar todos los esfuerzos para minimizar las perdidas. Hoy seguimos conociéndolo. Su transmisión es sin duda algo que necesitamos controlar. Desde el inicio se han tomado medidas como la cuarentena y la implementación de la PCR como prueba diagnostica junto con la serología. Se trata de herramientas que hoy en día nos ayudan a salvar vidas, identificando los pacientes infectados para aplicar las medidas de control necesarias.
Actualmente, uno de los temas de mayor interés es el papel de las personas asintomáticas y su capacidad de transmitir el virus. Se han realizado múltiples investigaciones en este sentido con información contradictoria. Un meta-análisis publicado en junio de este año evalúa todas las publicaciones relacionada con este tema. Aunque parece haber cierto consenso en que su capacidad de contagio es menor que en los pacientes con síntomas, esta es suficiente para necesitar tenerlos controlados.
Por otro lado, los falsos negativos, es decir, las personas que se han realizado una PCR y han dado negativo, pero en realidad sí tienen la infección, también puede ser elementos importantes en la transmisión.
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Las personas con infección por SARS-CoV-2 que han permanecido asintomáticas parecen presentar una carga viral similar a la de los pacientes que sí presentan síntomas. De este modo, el aislamiento de las personas infectadas debe realizarse independientemente de los síntomas. Los pacientes asintomáticos mantienen una tasa de transmisión inferior a los pacientes sintomáticos, pero ambos representan un riesgo de contagio que debemos mitigar para controlar la pandemia.
Los estudios han mostrado que entre un 40 y un 50% de las personas con el virus son asintomáticas o presintomáticas en el momento de propagar el virus, siendo la transmisión más probable justo antes del desarrollo de síntomas. De este modo, las personas asintomáticas pueden encontrarse bien y a las 24 o 48 horas comenzar a sentir síntomas como tos, fiebre, fatiga, etc. En este punto es probable que hayan propagado el virus entre las personas que han estado en contacto, por lo que es imprescindible realizar un buen rastreo de los contactos de pacientes COVID positivos.
En un estudio llevado a cabo en la población italiana de Vó, que fue confinada por la pandemia, se recopiló información sobre la demografía, la presentación clínica, la hospitalización, la red de contactos y la presencia de infección por SARS-CoV-2 en casi toda la población. Para ello se analizaron amplios sectores de la población en dos periodos consecutivos de tiempo. En la primera fase del estudio, que se realizó alrededor del momento en que comenzó el cierre de la ciudad, se observó una prevalencia del 2,6% de la población. En la segunda fase que se realizó al final del confinamiento, se encontró una prevalencia del 1,2%. Al igual que han señalado otros estudios similares, el 42,5% de las infecciones confirmadas por SARS-CoV-2 fueron asintomáticas (es decir, no tenían síntomas en el momento de la prueba y no desarrollaron síntomas de forma posterior). Los investigadores no encontraron diferencias en la carga viral de las infecciones sintomáticas con respecto a las infecciones asintomáticas.
Muchas variables influyen en la sintomatología que desarrolla cada paciente, datos relativos al sistema inmunológico, la predisposición genética y los antecedentes de enfermedades son algunos de los factores que podrían influir en la presentación clínica y el desarrollo de síntomas graves, leves o apenas perceptible.
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Las pruebas diagnósticas para detectar la presencia del SARS-CoV-2 son altamente sensibles y fiables. Sin embargo, siempre hay un pequeño margen para que se den falsos negativos y falsos positivos. De este modo, los falsos negativos (cuando la prueba da negativo y sí se tiene la infección por coronavirus) suelen estar relacionados principalmente con problemas en la toma de la muestra o la manipulación inadecuada de la misma. También se puede observar en pacientes con una carga viral muy baja, lo que supone una tasa baja de eliminación del virus.
El análisis de los falsos negativos es de suma importancia por sus implicaciones epidemiológicas. Un falso negativo implica la disminución de las medidas de seguridad recomendadas, pudiendo dar a lugar focos de transmisión.
El test PCR es la prueba más sensible de los métodos disponibles. Se trata de la técnica de referencia para el diagnóstico de COVID-19, cuya sensibilidad y especificidad es cercana al 100%. La alta especificidad determina que se pueda diferenciar entre dos microorganismos muy parecidos entre ellos, mientras que la alta sensibilidad de la prueba implica que se puedan detectar cantidades muy reducidas de material genético del coronavirus (menos de 10 copias del virus por mililitro de muestra). Sin embargo, toda su eficiencia depende en gran medida del personal sanitario que realice la toma de la muestra y el cumplimiento de los protocolos para dicha prueba. Por esta razón, se complementa el diagnostico mediante serología de anticuerpos frente a la COVID-19, una prueba menos especifica y sensible pero de gran aporte diagnostico.
En este ámbito, es fundamental comprender que el resultado de la prueba varía con el tiempo desde la exposición hasta el inicio de los síntomas. Una forma para minimizar el numero de falsos negativos es siempre tener una correlación entre la clínica del paciente y los resultados tanto de la PCR como de la serología. Esto permitiría evitar los resultados negativos de las pruebas realizadas de manera temprana con respecto al curso de la infección, evitando determinar una tranquilidad ficticia en cuanto al riesgo de contagio.
Algunos estudios han pretendido estimar la tasa de falsos negativos de las pruebas PCR en función de los días transcurridos desde la infección por SARS-CoV-2. De este modo, se ha observado que durante los 4 días anteriores al momento típico de aparición de síntomas (día 5), la probabilidad de un resultado falso negativo en una persona infectada disminuyó del 100% en el día 1 al 67% en el día 4. En el día del inicio de los síntomas, la tasa media de falsos negativos observada fue del 38%, mientras que la tasa disminuyó al 20% en el día 8 (3 días después del inicio de los síntomas).
De este modo, se debe tener cuidado al interpretar las pruebas de PCR para la infección por SARS-CoV-2, particularmente al comienzo de la infección, cuando se utilizan estos resultados como base para eliminar las precauciones destinadas a posteriores transmisiones. Si la sospecha clínica es alta, la infección no debe descartarse basándose solo en los resultados de la prueba PCR, debiéndose considerar cuidadosamente la situación clínica y epidemiológica.
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