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Corte de Digestión

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La mayoría de nosotros tenemos recuerdos de infancia de estar esperando en la playa para bañarnos tras haber comido para no sufrir un corte de digestión, según nos indicaban nuestros padres. Parecía que si incumplíamos esa orden algo gravísimo nos podía pasar. Veamos qué hay de verdad en esa no tan descabellada precaución.
recuerdos de infancia de estar esperando en la playa para bañarnos tras haber comido para no sufrir un corte de digestión

 En qué consiste

El corte de digestión no tiene nada que ver con la comida y los síntomas que se producen son debidos a un choque térmico, es decir, a un cambio brusco de temperatura, que se produce cuando estamos al sol con una elevada temperatura corporal o acabamos de hacer una actividad física y nos metemos de manera brusca en el agua, que estará a bastantes menos grados de temperatura. Ese choque térmico puede producir un síndrome que llamamos de hidrocución, que produce un cambio a nivel de los vasos sanguíneos que afecta a la presión arterial y a la frecuencia cardíaca. Con todo, este síndrome es muy infrecuente.

 Cuándo hay más riesgo

El riesgo de padecer lo que seguiremos llamando corte de digestión se produce sobre todo cuando desciende nuestra temperatura corporal más de 5ºC de manera brusca, de manera que cuanto más fría esté el agua, mayor riesgo puede existir. Lo que se produce en el organismo es una constricción brusca de los vasos sanguíneos, de manera que se da un déficit de riego sanguíneo a razón de un 6% de irrigación por cada grado de temperatura que baje, lo cual puede producir un desmayo.

El hecho de esperar tras la digestión tiene, pues, un cierto sentido. Mientras estamos haciendo la digestión hay un mayor aporte de sangre a nivel del abdomen en detrimento del de las extremidades y el cerebro. Es por esta misma redistribución vascular que mucha gente nota algún escalofrío tras comer, porque la sangre periférica y la temperatura cutánea disminuyen. Por eso, si se produce una hidrocución, el déficit de aporte sanguíneo cerebral será mayor dado que de base hay ya un menor aflujo de sangre en ese momento.

 Síntomas

Si se produce una hidrocución los síntomas que pueden aparecer son:

  • Palidez.
  • Escalofríos.
  • Mareos.
  • Descenso de la tensión arterial y la frecuencia cardíaca.
  • Visión borrosa.
  • Náuseas y vómitos.
  • Incapacidad para respirar de manera brusca.
  • Desmayo.

La recuperación de estos síntomas suele ser total al cabo de una o dos horas y sin dejar ninguna secuela. El mayor riesgo que tiene esta situación es que se produzca el desmayo estando en el agua, con el consiguiente riesgo de ahogo del paciente.

 Cómo actuar

Si nos encontramos con un caso de este tipo debemos:

  • Sacar a la persona del agua inmediatamente.
  • Asegurarse de que esté consciente.
  • Tumbarla con las piernas elevadas para favorecer el aporte de sangre al cerebro.
  • Abrigarla para que suba la temperatura corporal.
  • Si vomita, colocar la cabeza de lado para evitar el paso del vómito a la vía respiratoria.
  • Aportar agua a pequeños sorbos.
  • Dejarla en ayunas durante unas horas.

Mejor prevenir

Ya hemos dicho que el riesgo de sufrir esta situación es escaso. No obstante, es necesario tomar una serie de precauciones para poder disfrutar del día de playa sin riesgo:

  • Intentar no ir a bañarse solo o en sitios de difícil acceso.
  • Meterse en el agua progresivamente, no de golpe.
  • No meterse en agua muy fría tras ingerir alcohol o una comida copiosa.
  • Protegerse del sol en las horas de máxima exposición, entre las 12 y las 16 horas.

 Así pues, queda desmontado el mito del corte de digestión, pese a que hay una base que nos puede explicar el miedo de nuestros padres a esa entidad. Con unas simples precauciones y sentido común, el riesgo de hidrocución es prácticamente nulo.

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