Es una de las causas más frecuentes de dolor de cadera, pero ¿habías oído hablar alguna vez de la trocanteritis (también llamada bursitis trocanterea o síndrome del trocánter mayor)? Se trata de una inflamación local en la cara externa de la cadera, concretamente en un área anatómica del fémur llamada trocánter donde hay una bursa (bolsa con líquido sinovial, que actúa a modo de cojín alrededor de una articulación entre huesos, tendones y/o músculos.
Se da mucho más frecuentemente en mujeres (tres veces más que en hombres) aunque también es muy común en corredores de fondo y ciclistas por sobrecarga mecánica, y en porteros de fútbol por caídas repetidas hacia el mismo lado. Aunque puede presentarse a cualquier edad, predomina entre los 40 y los 60 años y es más frecuente en personas obesas.
Típicamente suele debutar con un dolor en la cara externa o lateral de la cadera, que aumenta con los movimientos de rotación y separación de las piernas. Se detecta aumento del dolor al sentarse o subir escaleras y durante la noche al acostarse sobre el lado afectado. Es muy frecuente la irradiación del dolor hacia la rodilla, por la cara externa del muslo, por lo que puede confundirse fácilmente con otras patologías como una ciática.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico (guiándonos por los síntomas que manifiesta el paciente). Sin embargo, es preciso realizar una exploración exhaustiva donde evidenciamos si existe dolor a la palpación selectiva de la región externa de la cadera (trocánter) y observamos aumento de dolor con el movimiento (al flexionar y rotar hacia afuera la cadera).
Los dolores de la trocanteritis se caracterizan por no permitir al paciente dormir de costado (apoyado sobre esa cadera), lo que obliga a buscar una postura antidolorosa, dando como resultado un sueño intranquilo. También suelen presentarse molestias al subir escaleras, comenzar a andar después de estar sentado o tras una actividad deportiva.
¿Has tenido alguna vez unos síntomas parecidos? Entonces sabrás que es un dolor bastante invalidante pues limita las actividades de la vida diaria tan básicas como tumbarse de lado sobre la cadera, caminar, cruzar las piernas, sentarse sobre una superficie dura o conducir.
En principio, una buena exploración tras escuchar con atención los síntomas que manifiesta el paciente puede ser suficiente para llegar al diagnóstico. Sin embargo, solemos recurrir a las pruebas complementarias para descartar una posible causa desencadenante como puede ser una calcificación en dicha zona.
No obstante, antes de etiquetar este dolor en la cadera debemos descartar otras entidades médicas. Hemos de considerar que no todos los dolores de la cara externa de la cadera son debidos a una trocanteritis. De entre otras posibles causas podríamos citar una tendinitis, un dolor de ciática, una sacroileítis, un dolor artrósico… Se debe pensar en todas estas posibles causas.
El tratamiento va a depender del grado de afectación y del tiempo y la forma de evolución. Así, en dolores incipientes y leves puede ser suficiente la aplicación de frío local, el reposo relativo y la toma de algún analgésico o antiinflamatorio en fase aguda. Sin embargo, en dolores más invalidantes o de instauración brusca se puede requerir una infiltración local e, incluso, un tratamiento rehabilitador específico (onda corta, aparatos de infrarrojos o magnetoterapia).
Si no mejoramos, en dos o tres días es conveniente acudir a visita médica.
No olvidemos que es muy posible la reaparición de síntomas en forma de varios episodios de dolor al año. En este caso, y tras agotar otros recursos terapéuticos, puede contemplarse la posibilidad de cirugía con la finalidad de revisar la zona de dolor y realizar una limpieza quirúrgica. Sería el último eslabón terapéutico.
En función de la gravedad, siempre hay un tratamiento indicado. No hay que desanimarse, pues existe un gran arsenal de tratamientos para el abordaje de la trocanteritis.