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Cómo Saber si Tengo Sepsis

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La sepsis o septicemia es una situación médica grave en la cual se produce una respuesta inmunitaria severa y fulminante ante una infección, independientemente de su origen. Puede aparecer de manera imprevisible y su evolución suele ser rápida, de ahí que suponga una emergencia médica. La gran mayoría de infecciones no van a acabar en una sepsis, pero antes los síntomas de mala evolución que describiremos es importante acudir cuanto antes a los servicios de emergencias más cercanos.
La sepsis puede aparecer de manera imprevisible y su evolución suele ser rápida, de ahí que suponga una emergencia médica.

Cómo reacciona el cuerpo ante una infección

Ante la presencia de una infección, ya sea de origen bacteriano, vírico o fúngico (hongos), el organismo libera a la sangre una serie de sustancias químicas que forman parte del sistema inmunitario y cuya misión es ayudar a combatir la infección. Estas sustancias desencadenan una reacción inflamatoria generalizada en todo el organismo. Dicha reacción facilita que se formen coágulos en los vasos sanguíneos y que se puedan producir hemorragias a diferentes niveles. Estos sucesos hacen que la circulación sanguínea se vea alterada y los órganos se vean afectados, dado que se compromete el aporte de nutrientes y oxígeno a las células, lo cual puede causar daños severos e irreparables.

En los casos más graves de sepsis, se produce una insuficiencia de uno o más órganos. Suele ser una concatenación de lesiones que van haciendo que los órganos fallen y, en el peor de los casos, se da una disminución de la presión sanguínea y un descenso de la frecuencia cardíaca el paciente puede entrar en un estado de shock séptico. Rápidamente se ven afectados los riñones, los pulmones y/o el hígado y la situación puede llegar a ser mortal.

Causas de una sepsis

Existen diversos tipos de microorganismos que pueden causar sepsis, bacterias, hongos y virus; con todo, las bacterias suelen ser los principales agentes infecciosos que pueden desencadenar un cuadro de sepsis. Es frecuente que sea difícil establecer cuál es el agente causante de la infección y, consiguientemente, de la sepsis.

Los casos más graves de sepsis suelen ser el resultado de una infección generalizada, de todo el organismo, que se disemina a través del torrente sanguíneo. Los principales focos de origen de una sepsis son:

  • Infección pulmonar.
  • Infección de las vías urinarias.
  • Infección cutánea.
  • Infección de la cavidad abdominal (apendicitis, peritonitis).
  • Manipulación de vasos sanguíneos (vías venosas periféricas o centrales, cateterismos).

Quiénes son más vulnerables

Afortunadamente, no todas las infecciones van a derivar en una sepsis (de hecho, la gran mayoría de infecciones se resuelven sin problema) ni todos los pacientes van a tener el mismo riesgo de padecer una sepsis. Aquellas personas con mayor riesgo de sufrir una sepsis son:

  • Neonatos y niños.
  • Ancianos.
  • Diabéticos.
  • Inmunodeprimidos (pacientes con SIDA, pacientes oncológicos).
  • Insuficiencia hepática.
  • Insuficiencia renal.

Incidencia

En España se diagnostican unos 50.000 casos de sepsis cada año, es decir, unos 104 casos por cada 100.000 habitantes. De estos casos, 17.000 personas fallecen anualmente por culpa de una sepsis, más muertes que las debidas al cáncer de mama, de colon o de páncreas, así como 13 veces más que por accidentes de tráfico. La pronta instauración de un tratamiento es fundamental, dado que, tras cuatro horas de haberse instaurado un choque séptico, las probabilidades de supervivencia caen por debajo de un 50%. Asimismo, el coste económico aproximado por el tratamiento y la hospitalización de un paciente con sepsis es de unos 17.000 euros por persona.

A nivel mundial, cada año mueren ocho millones de personas por un cuadro de sepsis, y se diagnostican entre 20 y 30 millones de caso anualmente. En la última década el número de pacientes se ha duplicado y los estudios estiman que la tendencia será que el aumento prosiga. En los países en vías de desarrollo la sepsis es la causante de la muerte de 6 millones de recién nacidos.

El aumento de las cifras globales de casos de sepsis puede ser debido a un mayor y mejor registro de los casos, a la existencia de una población más longeva y con mayor prevalencia de patologías crónicas, a la mayor resistencia de las bacterias a antibióticos, así como un uso más habitual de tratamientos inmunosupresores, como en pacientes oncológicos o trasplantados.

Qué síntomas nos alertan

Los síntomas más habituales de una sepsis pueden ser:

  • Fiebre.
  • Escalofríos.
  • Respiración acelerada.
  • Taquicardia.
  • Palidez y sudoración.
  • Malestar general intenso o sensación de muerte.
  • Confusión, somnolencia, incoherencia.

Estos síntomas son frecuentes en otro tipo de afecciones, por lo cual la sepsis es difícil de diagnosticar, especialmente en sus etapas iniciales, y pese a existir un contexto de infección.

Al acudir a un centro de urgencias se realizarán diversas pruebas para valorar si existe una sepsis, entre ellas una analítica de sangre, alguna prueba de imagen (radiografía, escáner), cultivos de sangre y un estricto control de las constantes del paciente para monitorizar la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, la frecuencia respiratoria y la saturación de oxígeno en sangre.

Tratamiento

En caso de establecer un diagnóstico de sepsis los pacientes, debido a su estado grave, suelen ser tratados en las unidades de cuidados intensivos (UCI), para poder tener al paciente más controlado y tomar medidas para mantener estables las constantes del paciente. El objetivo del tratamiento es acabar con la infección, preservar los órganos vitales y evitar una caída de la presión arterial que pueda precipitar el daño en otros órganos. El tratamiento suele ser con una cobertura antibiótica amplia y un correcto aporte de líquidos por vena. En casos graves puede ser preciso intubar al paciente, realizar diálisis o bien someter al paciente a una intervención quirúrgica.

Muchos pacientes que logran superar una sepsis se recuperan por completo, pero siempre dependerá del estado basal del paciente. Si son personas más añosas o con enfermedades crónicas, algunos órganos pueden presentar daños permanentes, como los riñones, el corazón o los pulmones. Los estudios también indican que el padecer una sepsis grave puede causar una alteración en el sistema inmunitario que haga que estas personas sean más proclives a padecer futuras infecciones.