Después de lavarse el pelo, peinarse, al quitarse el abrigo… ver demasiados cabellos que ya no están en nuestra cabeza y han pasado a formar parte del cepillo, la ducha o la ropa… es una situación que inquieta. En los hombres está más aceptado, pero cuando pasa en la mujer suele generar mucha angustia. En cualquier caso, unos y otros buscan soluciones.
La alopecia no es un proceso con una sola causa. En la mayoría de los casos, la caída del cabello es un acontecimiento normal, que ocurre con la edad, y comienza en los hombres a partir de los 20 años, y en las mujeres a partir de la menopausia. Depende, sobre todo, de factores genéticos. Sin embargo, además de este tipo de alopecia, la más común, que llamamos “androgenética”, existen otros tipos de alopecia, de hecho, una larga lista, de los cuales vamos a enumerar los más comunes. Lo más habitual es clasificarlas según su carácter cicatricial (que provoca pérdida permanente del pelo por un proceso de inflamación que deja cicatriz) y no cicatricial (la pérdida de pelo se produce por otros problemas y puede ser reversible).
Para distinguir los dos tipos de alopecia, clasificarlas correctamente y poder iniciar el tratamiento más adecuado, los dermatólogos tenemos varias técnicas. Muchas de ellas pueden ser clasificadas sólo con un buen conocimiento de la tricología, y hay técnicas de laboratorio como el tricograma (examen de los pelos) y la biopsia de la piel del cuero cabelludo. En algunos casos, pueden solicitarse pruebas en una analítica de sangre para confirmar algunos tipos de alopecia asociadas con enfermedades internas.
Se trata de una caída de pelo súbito, en áreas redondas, que pueden ser pocas o múltiples e incluso afectar a todo el pelo del cuerpo. En algunos casos puede llegar a acabar en una alopecia universal (pérdida de todo el pelo). Se clasifica como una alopecia no cicatricial, en la que hay un proceso de ataque del órgano del pelo por unas células del sistema inmunitario llamados linfocitos. No se sabe la causa, aunque se ha atribuido en muchos casos a acontecimientos estresantes como la muerte de un familiar o un desastre natural.
Los efluvios son alteraciones del ciclo del pelo debidos a múltiples causas. Por ejemplo, un proceso grave como un ingreso en la UCI por un coma puede provocar un efluvio (caída total del pelo) en la fase anágena del ciclo del pelo. En cambio, otros cambios en el organismo como un embarazo suelen provocar efluvios en la fase de telógeno, que se manifiesta meses después del parto. También se habla de efluvios estacionales (caídas de pelo que la mayoría de las personas tienen en la época de otoño) y asociados al estrés y la ansiedad. Los efluvios son siempre reversibles.
Lo más importante es tener un buen diagnóstico de la alopecia, realizada por un especialista en dermatología, la especialidad médica que engloba la tricología (estudio del pelo). A partir de un buen diagnóstico se tendrá un tratamiento adecuado. Por ejemplo, no se trata igual una alopecia areata que una alopecia causada por un lupus. En muchos casos, la caída del pelo es un proceso fisiológico y el tratamiento es menos eficaz. Es importante no automedicarse con vitaminas que en la mayoría de los casos no tienen efecto sobre el pelo.
Para tener un buen cabello no hace falta tomar suplementos de vitaminas ni aplicarlas en champús o lociones. Basta con seguir una dieta equilibrada, evitar tóxicos como el tabaco, y controlar la posibilidad de tener enfermedades que debilitan el pelo , como las alteraciones de la glándula tiroides. Para prevenir la alopecia areata puede ser útil recurrir a técnicas de reducción y control del estrés.
En el caso de la alopecia androgenética, sobre todo la de los hombres que empieza en la juventud, puede prevenirse la pérdida comenzando a tomar el finasteride en pastillas, siempre bajo prescripción médica y a las dosis adecuadas.