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¿Cómo Mejorar la Encefalitis?

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La encefalitis es una inflamación del cerebro (sistema nervioso central), asociada a disfunciones neurológicas. En ocasiones, puede ser peligrosa. Te explicamos más sobre ella.
El diagnóstico precoz es vital. Tras el repaso de los antecedentes médicos, tales como la posible exposición reciente a insectos o animales, contacto con personas infectadas o viajes recientes a determinados lugares del planeta, se procederá al examen físico riguroso en busca de signos o síntomas sospechosos.

¿Por qué se produce?

La encefalitis está comúnmente causada por infecciones de virus (más frecuentemente) o bacterias, principalmente. Los virus más frecuentes son los enterovirus, sobre todo a finales de verano y otoño, y los virus del herpes simple tipo 1 y 2.

El mecanismo de transmisión más habitual es el contacto con saliva, heces o secreciones respiratorias al toser, darse besos, compartir vasos o cepillos de dientes, etc.

También son posibles otros virus menos habituales, como el caso del virus de la rabia, por mordedura de animal infectado, o los arbovirus, que se transmiten de animales infectados a humanos por la picadura de una garrapata infectada, un mosquito u otro insecto que succiona sangre. Dentro del grupo de bacterias, la enfermedad de Lyme, una infección bacteriana diseminada por la picadura de una garrapata, puede causar encefalitis.

¿Es muy frecuente?

Anualmente se informan varios miles de casos de encefalitis alrededor del mundo, pero se tiene presente que puedan ser muchos más los casos que los efectivamente reportados, ya que los síntomas en ocasiones pueden ser leves o incluso inexistentes y, por lo tanto, pasar desapercibidos. Se calcula una incidencia de 0’3-0’5 casos/100.000 habitantes. En la infancia, la incidencia es más alta, aunque ésta ha disminuido notoriamente gracias a la vacunación sistemática frente a gérmenes como el sarampión, rubéola, parotiditis, polio, gripe o varicela.

Cualquiera puede contraer una encefalitis. Las personas con sistemas inmunitarios debilitados, como por ejemplo las personas afectas de VIH o aquellas que toman medicamentos inmunosupresores, corren mayor riesgo de contraer la enfermedad.

Tipos de encefalitis

Existen dos tipos de encefalitis:

  • Encefalitis primaria (también llamada encefalitis viral aguda): está causada por una infección directa de un virus en el cerebro, que puede ser focal (localizada sólo en una determinada área cerebral) o difusa.
  • Encefalitis secundaria (también llamada encefalitis post-infecciosa): está causada por las complicaciones de una infección viral actual, una infección viral anterior o debidas a una inmunización (excepcional). En estos últimos casos la enfermedad se produce habitualmente de dos a tres semanas después de haberse padecido la infección inicial o la vacunación.

Signos y síntomas

Se podrán observar los siguientes:

  • Fiebre.
  • Cefalea (dolor de cabeza).
  • Alteración del nivel de conciencia, con somnolencia y letargia (síntoma capital).
  • Convulsiones (crisis epilépticas).
  • Náuseas o vómitos.
  • Otras alteraciones de la función cerebral como, por ejemplo, confusión y desorientación, alteraciones motoras (parálisis parcial, ataxia -alteraciones de la marcha-…), alteraciones sensitivas (parestesias –hormigueos-), alteraciones de la percepción (alucinaciones), problemas en el habla, audición o visión, alteraciones del comportamiento, etc.

Cómo se diagnostica

El diagnóstico precoz es vital. Tras el repaso de los antecedentes médicos, tales como la posible exposición reciente a insectos o animales, contacto con personas infectadas o viajes recientes a determinados lugares del planeta, se procederá al examen físico riguroso en busca de signos o síntomas sospechosos.

El médico podrá solicitar pruebas complementarias tales como analíticas de sangre u orina, cultivos microbianos en las secreciones corporales o pruebas de imagen cerebral (TC o scanner y RMN, resonancia magnética nuclear), para confirmar el diagnóstico. La EEG (electroencefalografía) puede identificar ondas cerebrales anormales monitorizando la actividad eléctrica cerebral a través del cráneo.

La punción lumbar consiste en la extracción de una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo (LCR) por medio de una aguja especial que se inserta en la columna lumbar, tras la aplicación de un anestésico local en la piel de la zona. El LCR es completamente transparente en las personas sanas y en él se pueden analizar elementos como la presencia de hematíes (sangre), niveles de glucosa, glóbulos blancos (células inflamatorias y de defensa)…

¿Cómo se trata?

Los antivirales utilizados habitualmente para tratar las de origen viral son el aciclovir y el ganciclovir.  Las medidas de soporte generales utilizadas en la cura incluyen la administración de líquidos abundantes, los medicamentos analgésicos y antitérmicos (para reducir dolores y fiebre) y el reposo. Pueden recetarse medicamentos antieméticos (para combatir los vómitos), anticonvulsivantes (para prevenir las convulsiones) y, en los casos más graves, medicamentos sedantes. Los fármacos antiinflamatorios tipo corticoides pueden reducir la inflamación cerebral. Los casos más graves pueden requerir hospitalización, mientras que los casos más leves pueden ser supervisados en el domicilio.

¿Se puede prevenir?

Algunos ejemplos de acciones de prevención serían las medidas de higiene evitando el contacto con personas infectadas y/o con los utensilios usados por ellas, el lavado frecuente de manos, la vacunación sistemática, el control de vectores transmisores en zonas endémicas (insecticidas, mosquiteras impregnadas de repelente…), etc.

¿Qué pronóstico tiene?

La encefalitis puede evolucionar rápidamente y tiene potencial riesgo de provocar secuelas de tipo daño neurológico grave e irreversible (pérdida de audición, de capacidad de habla, ceguera, pérdida de memoria y otros déficits cognitivos, cambios conductuales, desarrollo de focos epilépticos…). Incluso, en los casos graves, puede llegar a ser mortal.

En la mayoría de los casos, las encefalitis de carácter leve pueden recuperarse por completo sin apreciarse complicaciones, aunque el proceso hasta la curación puede ser lento (alrededor de un mes).

Dos casos concretos
Encefalitis herpética o por virus herpes simple (VHS):

Es responsable de alrededor del 10% de todos los casos de encefalitis.

En alrededor el 30% de los casos es consecuencia de una infección primaria del virus por el contacto con una persona infectada, pero la mayoría (70% de los casos), está causada por la reactivación de una infección anterior.

El VHS tipo 1 causa llagas o ampollas alrededor de la boca o los ojos, más frecuentemente en individuos menores de 20 años o mayores de 40. Cuando provoca encefalitis, la enfermedad evoluciona de forma rápida y los síntomas habituales son dolor de cabeza, fiebre durante cinco días o más, seguidos de cambios en la conducta y la personalidad del afectado, así como convulsiones, parálisis parciales, alteraciones del nivel de conciencia y/o alteraciones de la percepción (por ejemplo, alucinaciones).

El VHS tipo 2 (herpes genital) se transmite por medio del contacto sexual, así como por el contagio del recién nacido por las secreciones genitales durante el paso por el canal del parto (más infrecuente). En los recién nacidos se observarán signos como letargo, irritabilidad, temblores, convulsiones y alimentación deficiente entre los 4 y los 11 días después del nacimiento.

Encefalitis autoinmune:

La encefalitis autoinmune es una variedad de encefalitis causada por un mecanismo de autoinmunidad, es decir, por la generación de anticuerpos que, erróneamente, van dirigidos hacia estructuras del propio organismo. Es un grupo heterogéneo de enfermedades que incluye diferentes variantes: la encefalitis límbica autoinmune, paraneoplásica o no (es decir, acompañada del padecimiento de un cáncer o tumor o no), la encefalitis del lupus eritematoso sistémico, encefalitis de la enfermedad de Behçet… El cuadro clínico consiste en el padecimiento de crisis epilépticas, manifestaciones psiquiátricas (ansiedad, desinhibición, delirios), debilidades musculares, falta de control de los movimientos, alteraciones del equilibrio, etc., entre otros muchos ejemplos de déficits neurológicos posibles.  La encefalitis autoinmune es grave, aunque potencialmente reversible en muchos casos. El tratamiento precoz (extirpación del tumor, inmunoterapia…) mejora los síntomas y disminuye la frecuencia de recaídas.