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Cómo Identificar y Prevenir la Astenia Infantil

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La astenia es un síntoma que se asoma con frecuencia a las consultas del pediatra de atención primaria. Es muy frecuente en adolescentes, pero también en niños. La astenia es fatiga o cansancio no justificado por un esfuerzo físico o mental. Es un síntoma, no una enfermedad en sí misma.

La sensación de cansancio puede ser debida a una gran variedad de causas, por lo que no debemos subestimar al niño o adolescente que se queja.

¿Qué es la astenia?

Se define astenia como la sensación de falta de energía o motivación para realizar nuestras actividades diarias. Serían sinónimos: cansancio, fatiga o agotamiento. No hay que confundir astenia con somnolencia y apatía, aunque éstas pueden acompañar al niño asténico.

El cansancio aparece de forma fisiológica tras un esfuerzo físico o mental y se recupera durmiendo y bajando el nivel de actividad.

La astenia es un cansancio inusual y extremo que disminuye el rendimiento físico e intelectual y requiere un excesivo reposo. Puede acompañarse de otros síntomas en los niños o adolescentes, como irritabilidad, falta de motivación, bajo rendimiento escolar o somnolencia.

Causas de astenia

La sensación de cansancio puede ser debida a una gran variedad de causas, por lo que no debemos subestimar al niño o adolescente que se queja de que está fatigado permanentemente sin una causa que lo justifique. En muchas ocasiones, son causas banales pero, en otras, podemos encontrarnos con diagnósticos importantes.

De hecho, las causas más frecuentes de astenia son: la actividad excesiva, el estrés o la sobrecarga de trabajo y el desorden del sueño (típico en los adolescentes que duermen poco por realizar otro tipo de actividades en la noche).

Cuando un niño se queja de cansancio debemos analizar su estilo de vida, realizar una exhaustiva exploración física y emocional, rendimiento escolar, sobrecarga de extraescolares y solicitar alguna prueba complementaria, como una analítica de sangre o una prueba de imagen de los pulmones y/o el abdomen.

Las enfermedades que pueden manifestarse con astenia pueden ser:

  • Infecciones (como la mononucleosis infecciosa o la tuberculosis).
  • Anemia.
  • Depresión.
  • Enfermedad cardíaca.
  • Hipotiroidismo.
  • Trastornos del sueño.
  • Diabetes.
  • Enfermedades reumatológicas (como lupus o artritis reumatoide).
  • Trastornos inmunológicos.
  • Hepatitis.
  • Enfermedades renales.
  • Cáncer.
  • Embarazo (no es una enfermedad, pero hay que descartar su diagnóstico en adolescentes).

Si hablamos de astenia y niños no podemos olvidar dos entidades: la astenia primaveral y el síndrome de fatiga crónica.

Astenia primaveral

Sentir más cansancio en primavera también es cosa de niños. Esta sensación se relaciona con el cambio horario, el aumento de la temperatura (llega el calor) y los cambios en la luz diurna.

Los síntomas más frecuentes de la astenia primaveral en niños son:

  • Falta de energía y sensación de cansancio.
  • Cambios de humor, como tristeza, sin motivo aparente.
  • Irritabilidad.
  • Pérdida de apetito.
  • Problemas de sueño.

Este trastorno no suele durar más de dos semanas y, aunque no hay un tratamiento específico, podemos mejorar la adaptación de los niños a la nueva estación con estas sencillas pautas:

  • Exponerse al sol: el sol y su luz en fundamental para regular los ritmos circadianos (o día y noche de nuestro cuerpo). Que el niño disfrute del sol y que se despierte con su luz le puede ayudar a mejorar o aliviar la astenia primaveral y los problemas de sueño asociados.
  • Ejercicio físico: la actividad física es clave para nuestro bienestar físico y emocional. Aunque la astenia primaveral provoque cansancio, la práctica de ejercicio diario, moderado, de unos 30 minutos, es muy beneficioso.
  • Dormir suficiente: los niños deben dormir unas 10 horas al día. Respetar esas horas de sueño es fundamental para superar la astenia primaveral.
  • Hidratarse bien: tomar líquidos suficientes, sobre todo agua, parece que ayuda a mantenerse mejor en primavera, cuando las temperaturas ya empiezan a subir.
  • Alimentación equilibrada: el cansancio puede aliviarse comiendo. Por eso ofrece cinco comidas al día con tentempiés saludables como frutos secos, fruta y alimentos integrales. Evita los azúcares y las grasas saturadas.
  • Tomar omega 3: ofrece alimentos ricos en omega 3 como el salmón.

Síndrome de fatiga crónica

Es muy poco frecuente en niños y muy difícil de diagnosticar. Es un síndrome que engloba componentes físicos y psicológicos. Los síntomas son muy variados y pueden ir desde el dolor articular, la cefalea, el cansancio y la desmotivación.

La causa todavía no se sabe con certeza, pero se apunta a posibles desencadenantes:

  • Infecciones: parece que virus como el Epstein-Barr (mononucleosis infecciosa) pueden incrementar el riesgo de padecer síndrome de fatiga crónica.
  • Problemas del sistema inmune.
  • Estrés.
  • Hipotensión o tensión arterial baja.
  • Antecedentes familiares.

Se sospecha fatiga crónica si la sensación de cansancio es inexplicable por otras causas y dura seis meses o más. Y, además, se asocian problemas de concentración, cefalea, dolores articulares o musculares, ganglios inflamados y tener un sueño no reparador.

Todavía no sabemos la cura para este síndrome, pero se recomienda un cambio hacia hábitos más saludables como ejercicio regular, descanso adecuado y dieta equilibrada. Las técnicas de manejo del estrés o acudir a un psicólogo o terapeuta son herramientas que pueden ser muy útiles. En algunos casos se pueden prescribir fármacos antidepresivos.