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Como Evitar la Preeclampsia

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La preeclampsia es una de las complicaciones graves más frecuentes del embarazo. Afecta al 2-5% de los embarazos, y puede revestir gravedad tanto para la madre como para el feto.

La preeclampsia es una de las complicaciones graves más frecuentes del embarazo. Afecta al 2-5% de los embarazos, y puede revestir gravedad tanto para la madre como para el feto.

Está ocasionada por factores diversos, pero tiene un componente autoinmune importante, como si el organismo materno no reconociera como propio el al feto y reaccionara ante él como los receptores de órganos que rechazan el tejido exógeno. Con lo cual, cuando se inicia el proceso la única manera de “curarlo” es finalizando el embarazo, así que será tanto más grave cuanto antes se presente, pues al riesgo fetal y materno de esta patología añadimos la prematuridad en caso de que sea necesario finalizar el embarazo precozmente.

Quiénes son más proclives a sufrirla

Parece ser que la reacción autoinmune se manifiesta más en pacientes que no han tenido una historia larga de exposición a los antígenos de su pareja (presentes en el esperma), como si la inmunidad materna se hiciese más tolerante a los antígenos masculinos al irse exponiendo a ellos a lo largo del tiempo. Este es el motivo por el que es más frecuente en primeros embarazos, en parejas que han utilizado habitualmente como método anticonceptivo el preservativo, en inseminaciones artificiales con semen de banco, o en mujeres con hijos previos de otra de pareja.

La parte masculina puede influir

También es muy curioso que este componente autoinmune también venga condicionado por parte masculina, como si ciertos varones desencadenaran una reacción inmunológica más intensa que otros: los varones que han engendrado un embarazo complicado con preeclampsia constituyen factores de riesgo para que una nueva pareja desarrolle preeclampsia en una futura gestación. También hay un factor genético materno, siendo más frecuente en grupos familiares en que la madre/hermanas hayan sufrido este problema.

Cómo se manifiesta la preeclamsia

Se trata de un trastorno multiorgánico de la gestante, se manifiesta a partir de la mitad del embarazo, pero los factores que la provocan ya están presentes antes. Existen cambios en el interior de todos los vasos del cuerpo que, cuando se empieza a manifestar esta afección, están anormalmente contraídos. Si las arterias principales están “tensionadas” o “contraídas” se manifiesta el principal síntoma de la preeclampsia: la hipertensión arterial, los síntomas de la cual son la sensación de mareo y dolor de cabeza. Esta disfunción en los vasos afecta también al riñón, de forma que no cumple exactamente su función, dejando pasar a su través proteínas, cosa que un riñón en condiciones no debe hacer, con lo que nos encontramos con el segundo signo de este trastorno: la presencia de exceso de proteínas en orina. La principal proteína que se pierde es la albúmina, este es el motivo por el que clásicamente a este proceso se lo conocía como “ataque de albúmina”. Una consecuencia de esta pérdida de proteínas es que se derrama líquido por fuera de los vasos, con lo que se manifiesta el tercer síntoma más frecuente: la hinchazón o edema en tobillos, manos, cara… Si no se diagnostica y se deja evolucionar el cuadro puede seguir afectando al hígado, al cerebro y causar convulsiones, siendo este el nivel de máxima gravedad (la eclampsia), cuando la vida tanto de la madre como del feto se pueden ver comprometidas.

¿No existe tratamiento?

Como no existe tratamiento, el máximo interés lo hemos de tener en la detección precoz, con lo que en cada visita prenatal se determina la presión arterial y ante una elevación de la misma o la presencia de edemas no justificados el ginecólogo solicitará una analítica sanguínea y de orina para valorar las proteínas, signo indicativo de esta patología. No hay que alarmarse ante un aumento puntual de la tensión arterial que, dependiendo del contexto, no tiene por qué significar una preeclampsia, ni los edemas en los tobillos, muy comunes en embarazos absolutamente normales en algunas mujeres al final del embarazo y sobre todo relacionados con el calor y las horas que pase la gestante en pie, y que son debidos a dificultad del retorno circulatorio en las piernas debido al volumen ocupado en la pelvis por el útero grávido.

Detección precoz

Para su detección precoz se han estudiado muchos indicadores. Actualmente se practica de rutina la valoración del flujo sanguíneo en los vasos que llevan la sangre al útero y consecuentemente a la placenta: las arterias uterinas. Ecográficamente se puede determinar la “tensión” que presentan esos vasos, siendo un factor de riesgo el encontrar ese valor elevado durante el primer o más fiablemente durante el segundo trimestre de embarazo. Esto nos permite identificar a pacientes de riesgo y someterlas a una supervisión más estricta o a plantearnos “terapias” preventivas.

Difícil prevenir

Se han valorado distintos tratamientos preventivos, sin haber un consenso firme al respecto. Pero en casos muy concretos de alto riesgo puede valorar el tratamiento preventivo con ácido acetil salicílico (Aspirina®) a dosis bajas.

Pero ya hemos comentado que los cambios microscópicos en la circulación ya se han establecido mucho antes de que se presenten los síntomas, así que la prevención es muy difícil, el reto ha de ser la detección precoz, y el tratamiento a tiempo.

Tratamiento

El tratamiento no es otro que finalizar el embarazo en cuanto sea posible. Si nos encontramos en etapas tempranas del embarazo en el que existe riesgo fetal por prematuridad se recomienda reposo, tratamiento con fármacos antihipertensivos y supervisión estricta mientras podemos estimular al feto para que acelere su maduración pulmonar en caso de tener que extraerlo prematuramente. Con esto reduciríamos el riesgo de complicaciones pulmonares por prematuridad. En casos severos requiere ingreso hospitalario y medicación endovenosa múltiple. En cuanto el bebé está fuera el proceso empezará a revertir, pero puede costar hasta seis semanas en recuperarse la total normalidad, incluso es posible que se manifieste la preeclampsia en el posparto. En este caso nuestra única preocupación es la madre, y es más fácil de gestionar su tratamiento, pues los cambios de presión arterial no nos afectaran al feto.

Hoy en día, a pesar de llevar una vida saludable quizás no podemos evitar la aparición de una preeclampsia, pero con una buena supervisión médica para el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado es muy infrecuente sufrir complicaciones graves de una preeclampsia o una eclampsia. Así pues, un buen consejo si estás embarazada es que contactes con tu ginecólogo o te hagas una simple determinación de tensión arterial en cualquier farmacia ante un dolor de cabeza poco habitual o si se te hinchan exageradamente los tobillos, o ambas cosas. ¡Más vale prevenir!

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