El cáncer es la epidemia del mundo actual. Afecta a todas las edades, niveles socio-económicos y etnias. Se estima que más de 32 millones de personas en todo el mundo tiene cáncer. No obstante, no sólo quienes lo padecen son los “afectados”. También la familia, amigos y otras personas del entorno cercano sufren el diagnóstico, por lo que la repercusión de la enfermedad es devastadora.
Los familiares y amigos quieren ayudar a la persona con cáncer, pero a veces no saben cómo. Pueden cambiar de tema porque temen meter la pata e incomodar a la persona, pueden no saber cómo enfocar la conversación quedándose en silencio, pueden sentirse fuera de lugar, etc. Se necesitan herramientas para ayudar.
A pesar de la palabra cáncer genera emociones muy negativas, es importante contrarrestarlas con esperanza. Cada vez se detecta la enfermedad en etapas más iniciales, por lo que suele ser más fácil de tratar. También cabe recordar que hoy en día, la mayoría de casos de cáncer son tratables y las investigaciones avanzan a pasos agigantados.
Cada persona es un mundo y entiende el diagnóstico de maneras muy diversas. Hay tantas formas de entender el cáncer como personas lo padecen, por lo que es fundamental que quienes estén alrededor traten de alinearse con la particular forma de entenderlo de la persona. No existen frases genéricas de consuelo que vayan bien a todas las personas.
Es normal y esperable que la persona experimente una amplia variedad de emociones y oscile de unas a otras (en cuestión de días o minutos) o incluso las sienta simultáneamente. Suele aparecer miedo, tristeza, frustración, rabia, sensación de falta de control, soledad o desconexión respecto a los demás, sentimientos de culpabilidad…
De cara a ayudar a la persona con cáncer, es importante tener en cuenta algunas variables. La primera de todas sería calibrar el grado de proximidad con la persona. No se involucra de la misma manera un compañero de trabajo o un vecino que una pareja o un progenitor. Sin embargo, todos pueden ser un punto de apoyo importante para la persona, de un modo u otro.
También es importante tener en cuenta el pronóstico. Las consecuencias emocionales serán diferentes si es un proceso resoluble o no.
Del mismo modo, ajustarse al momento en el que está la persona respecto a la enfermedad es fundamental. Algunas personas viven muchos años con cáncer, por lo que también varía su forma de entender los tratamientos y las fases de la enfermedad. No es lo mismo acabar de recibir el diagnóstico, que estar en pleno tratamiento o en fase terminal.