Si eres aficionado al running quizás has sufrido dolor en el talón alguna vez. Y es que la fascitis plantar (así se denomina esta dolencia) es frecuente en quienes realizan deporte (sobre todo los corredores), pero también afecta a personas sedentarias. Veamos por qué.
La fascia (en latín. banda que sujeta, faja, venda) plantar (perteneciente o relativo a la planta del pie) es una banda de tejido elástico que va desde el calcáneo (hueso que forma el talón del pie) hasta la zona metatarsal (debajo de los dedos). La inflamación de dicha estructura, principalmente en la zona en la que la fascia se inserta con el calcáneo es lo que conocemos como fascitis plantar.
La fascia plantar tiene una gran función biomecánica al caminar: es la responsable, junto con otras estructuras del pie, de mantener el arco plantar, de absorber y devolver la energía que se produce cuando el pie impacta contra el suelo, cuando despega al dar el paso, así como de proteger los huesos metatarsianos.
El síntoma principal es un dolor agudo en la zona interna del talón (es la zona de inserción de la fascia plantar). Este dolor suele ser más intenso en los primeros pasos que damos al levantarnos. Cuando ya hemos caminado un poco, la fascia se estira y suele disminuir la molestia.
Hay que tener en cuenta que cuando aparecen los primeros síntomas, debemos empezar a tomar medidas porque tenemos muchas posibilidades de que la fascitis se vaya agudizando y llegue un momento en el que sea muy limitante para la vida deportiva e incluso para la vida normal de una persona que tenga que permanecer largo tiempo de pie o caminando.
Algunos factores que contribuyen al desarrollo de esta lesión son:
Cuando en las pruebas radiológicas observamos una calcificación del tubérculo posterointerno del calcáneo entonces hablamos de espolón calcáneo. Si en las pruebas no aparece dicha calcificación hablamos de fascitis. En realidad, los síntomas y el tratamiento van a ser muy parecidos. El espolón ha aparecido por mantenerse una tracción continuada de la fascia contra el calcáneo. Esta tensión provoca en la fase inicial la fascitis plantar y si es mantenida en el tiempo posiblemente generará el espolón calcáneo. En ambos casos el objetivo del tratamiento ha de ser “destensar” la fascia para que disminuya la inflamación y, por lo tanto, el dolor.
En muchos casos (la mayoría) el aumento de la tensión generada en la fascia plantar se debe al tono muscular de los músculos situados por encima de ella o bien a la forma del pie o a la forma de pisar (o a las dos cosas juntas). Si solamente tratamos la fase aguda de la fascitis, disminuyendo la inflamación de la inserción de la fascia, se producirá una mejoría, pero posiblemente volverá a empeorar cuando llevemos un tiempo con la actividad física habitual.
Los músculos de la pantorrilla (específicamente el gastrocnemio y el sóleo) conectan el calcáneo por medio del tendón de Aquiles. Cuando estos músculos están tensos, el tendón tira del hueso desde arriba, y la fascia se estira y se distiende. Las personas con el arco plantar elevado son especialmente propensas a la fascitis plantar porque el arco en sí también contribuye a la tensión de la fascia.
Si los síntomas no mejoran se puede realizar un correcto estudio de la marcha y valorar si la causa de la fascitis tiene relación con la forma de pisar. En caso positivo, es necesario acudir al podólogo para que éste diseñe y fabrique una plantilla personalizada que permita “destensar” la fascia de modo que, cuando la fase aguda esté superada, podamos reiniciar la actividad con muchas menos posibilidades de recaída.
Una vez pasada la fase aguda, es muy importante que se adopten unos hábitos correctos que incluyan los estiramientos y el uso de calzado que se debe utilizar tanto para la vida normal como para la actividad deportiva ya que ambos factores van a ser también determinantes para una total recuperación.