El dolor de cabeza o cefalea es un motivo muy frecuente de consulta en pediatría y en urgencias. En la mayoría de ocasiones no es grave y suele responder a situaciones de estrés, cansancio o como síntoma que acompaña a otros procesos febriles. A pesar de ello, es importante saber detectar cuando una cefalea nos debe preocupar.
La cefalea es una de las causas más frecuente de absentismo escolar. Parece ser que la prevalencia está en aumento y que cada vez más niños y adolescentes se quejan de dolor de cabeza, tanto cefaleas como migrañas. Parece ser que se relaciona con el estrés.
El cerebro no duele. En un dolor de cabeza lo que nos molesta o produce el dolor son las estructuras vecinas que se dividen en dos grupos:
Por lo tanto, el dolor de cabeza no es tan simple como parece, es un dolor que afecta a la misma pero que puede ser producido por muchísimas situaciones, de intensidad, causa y gravedad muy distinta.
Hay tres mecanismos conocidos que son responsables de la cefalea:
Según la duración de la cefalea podemos clasificarlas en dos grandes grupos:
Causas menos frecuentes:
También se pueden clasificar según el origen en:
Es una de las cefaleas más frecuentes en la infancia. Antes se llamaban psicógenas. Son episodios recurrentes de dolor de cabeza con duración variable, de varios minutos hasta una semana. El dolor se caracteriza por ser opresivo de intensidad leve o moderada, bilateral y que empeora con las actividades diarias. No hay focalidad neurológica, ni cambios extraños de conducta, vómitos o náuseas.
Es la causa más frecuente de cefalea aguda recurrente en la infancia y la adolescencia. Tiene un componente genético muy importante y es desencadenada por factores externos y hormonales, razón por la cual es más frecuente en mujeres y niñas.
Son dolores recurrentes de dolor de cabeza, intensos y de duración variable. En los adultos es muy frecuente que se localice en un solo lado de la cabeza (dolor hemicraneal), pero en los niños se presenta con un dolor bilateral y frecuentemente asociado a náuseas y vómitos. Suele durar entre dos y 48 horas y puede asociarse a un dolor pulsátil, que empeora con la actividad física y puede aumentar con la luz o el ruido (fotofobia y fonofobia).
Para cumplir los criterios de la migraña, el niño debe presentar al menos cinco episodios con estas características.
Lo más importante es realizar una completa historia clínica y exploración neurológica del niño. Uno de los primeros pasos consiste en descartar si es primaria (no hay causa evidente) o secundaria (la cefalea es producida por otra patología). En el caso de que sea primaria, podemos empezar a tratarla, en el caso de que se sospeche una secundaria es de vital importancia descartar signos de alarma.
En los casos de presentar síntomas como los que describimos a continuación, se debe acudir de inmediato a urgencias ya que, probablemente, estén alertando de un proceso cerebral grave que deba ser diagnosticado con la mayor prontitud mediante pruebas de imagen complementarias:
El tratamiento está directamente relacionado con el diagnóstico. El tratamiento de una cefalea tensional serán los analgésicos y, de una migraña, antimigrañosos.
Lo más importante es descartar patología secundaria o neurológica, ya que el tratamiento será totalmente distinto y deberá ser valorado por el neurólogo.
Las medidas no farmacológicas para cefaleas tensionales y migrañas también son importantes, para mejorar los hábitos y el estilo de vida: dieta equilibrada, respetar las horas de sueño, evitar o manejar el estrés, no tomar alcohol (adolescentes) ni determinados alimentos que pueden desencadenar las crisis, y realizar ejercicio físico moderado.