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Causas y Mejora de la Diarrea

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La diarrea es uno de los motivos de consulta más frecuentes en pediatría. Aunque la gran mayoría son agudas y producidas por virus, no debemos olvidar otras causas como las alergias alimentarias. Lo más grave de una diarrea aguda es el peligro de deshidratación y, en una crónica, la desnutrición.

Lo más grave de una diarrea aguda es el peligro de deshidratación y, en una crónica, la desnutrición.

¿Qué es la diarrea?

La diarrea se define como el aumento en el número de deposiciones y/o una disminución en la consistencia de las mismas. Esto se debe a una inflamación (-itis) del estómago (gastro-) y los intestinos (-enteron-).

¿Cómo funciona el intestino en condiciones normales?

El intestino es una gran superficie de absorción de agua, sales y nutrientes.

Por él pasan unos ocho litros de líquidos entre alimentos y líquidos ingeridos, la saliva, los jugos gástricos, pancreáticos y hepáticos. No es difícil comprender, por lo tanto, que la diarrea es una consecuencia de la disfunción en el transporte de agua y sales a nivel de la mucosa intestinal.

¿Y qué pasa en el intestino cuando el niño tiene diarrea? Complicaciones

Cualquier cambio en la mucosa intestinal que produzca inflamación de la misma por microorganismos, mecanismos inmunológicos (alergia) o toxinas puede condicionar la aparición de un desequilibrio en la absorción de los líquidos y la aparición de diarrea.

El color de las heces suele ser amarillo o más claro de lo habitual, debido a que el tránsito está más acelerado de lo normal y no “le da tiempo” a pigmentarse adecuadamente.

Las complicaciones más frecuentes de una diarrea son:

  • Deshidratación: debida a la pérdida importante de agua.
  • Alteraciones electrolíticas: estos cambios en la absorción también afectan a las sales del organismo y sus iones (sodio, calcio, potasio…)
  • Hipoglucemia: sobre todo en los lactantes.
  • Desnutrición: malabsorción de algunos nutrientes. Puede pasar en las diarreas crónicas o prolongadas.
  • Intolerancia transitoria a la lactosa: una diarrea prolongada puede alterar la pared intestinal y las enzimas que digieren la lactosa.

¿Cómo sé si mi hijo está deshidratado?

Cuánto más pequeño es el niño, mayor riesgo existe de deshidratación. Esto sucede cuando las pérdidas de agua (heces o vómitos) son mayores a la ingesta (beber líquidos).

Los signos de deshidratación son un motivo para acudir a urgencias:

  • Boca y lengua secas.
  • Sentir mucha sed.
  • Ausencia de lágrimas al llorar.
  • Pañales secos tras 4 horas o más.
  • Abdomen, ojos y mejillas hundidos.
  • Fiebre alta.
  • Apatía o irritabilidad inusual.
  • Piel pastosa que al pellizcarla se queda marcado el pliegue.
  • El pulso es rápido y débil.
  • Piel fría (en deshidrataciones graves).
  • En los lactantes pequeños la fontanela (parte superior de la cabeza blandita que no tiene hueso) está hundida.
  • Pérdida de peso significativa desde el principio de la diarrea. Su medida es una manera muy objetiva de valorar el nivel de deshidratación:
    • Pérdida de menos de un 5% del peso: deshidratación leve.
    • Pérdida entre un 5-10% del peso: deshidratación moderada.
    • Pérdida mayor de un 10% del peso: deshidratación grave.

Diarrea aguda, prolongada y crónica

Las diarreas se pueden clasificar según su causa, su mecanismo fisiopatológico y, también, según su duración.

  • Diarrea aguda: es aquella que dura menos de dos semanas.
  • Diarrea prolongada: si lo hace más de dos semanas y menos de cuatro.
  • Diarrea crónica: dura más de cuatro semanas. Debe ser exhaustivamente estudiada por el pediatra o gastroenterólogo infantil para descartar entidades como la alergia a las proteínas de vaca, la intolerancia a la lactosa, el síndrome del intestino irritable o la colitis ulcerosa.

Síntomas de la diarrea aguda

Los síntomas suelen aparecer de forma súbita y es frecuente que, además de la diarrea, aparezcan:

  • Inapetencia.
  • Náuseas.
  • Vómitos.
  • Dolor abdominal.
  • Fiebre.

El curso más frecuente de la enfermedad dura entre tres y siete días.

Causas de diarrea

Las causas de una diarrea en los niños pueden ser infecciosas (virus, bacterias y parásitos), medicamentosas (como los efectos secundarios de los antibióticos), trastornos funcionales, o intolerancia o alergia alimentaria (como la intolerancia a la lactosa o la alergia a las proteínas de la leche de vaca).

En los países desarrollados, los microorganismos más frecuentes son los virus, y ocasionan hasta el 80% de las diarreas pediátricas. En los países en vías de desarrollo, son las bacterias y los parásitos los causantes de las diarreas en los niños.

¿Cómo se clasifican las diarreas infecciosas?

Las diarreas infecciosas se pueden clasificar en dos grupos, en función del mecanismo de acción de los microorganismos que las ocasionan:

  • Diarrea por malabsorción:  los virus o bacterias provocan una inflamación de la pared intestinal, lo que conduce a la malabsorción del agua y electrolitos, que son eliminados.
  • Diarrea secretora: las bacterias implicadas sintetizan toxinas que provocan la secreción activa de agua y electrolitos en el intestino, provocando una gran pérdida de gran cantidad de agua y electrolitos.

¿Cómo sospechamos si son diarreas víricas o bacterianas?

Aunque el diagnóstico definitivo lo obtenemos mediante un cultivo de las heces (coprocultivo), éste tarda unos días y, por lo tanto, debemos realizar un diagnóstico de sospecha para orientar bien al niño y ofrecerle el tratamiento más adecuado.

  • Una diarrea de origen viral es más frecuente en menores de tres años y en épocas de frío. Sus heces son muy líquidas, abundantes, sin apenas moco y sangre y huelen poco. Es muy típico que se acompañen de vómitos y temperatura inferior a 38ºC (febrícula). En la época de epidemia de rotavirus, la clave para sospechar el diagnóstico es que días antes el niño esté acatarrado.
  • Las diarreas bacterianas son más frecuentes en niños mayores (escolares) y en verano u otoño. Suelen ser infecciones importantes que se acompañan de fiebre alta, heces malolientes, más espesas, con sangre y moco. Los vómitos son menos frecuentes, pero pueden aparecer.

¿Cómo se produce el contagio?

La transmisión de las diarreas infecciosas suele ser vía fecal-oral, sobre todo cuando las manos están contaminadas. Por ello es tan importante el lavado de manos.

Las diarreas producidas por toxinas suelen deberse a alimentos contaminados como el huevo o las carnes crudas.

¿Se pueden prevenir las diarreas infecciosas?

Durante los primeros años, la lactancia materna parece tener un papel protector por presentar en su composición sustancias defensivas como la lacthaderina que pueden proteger contra las diarreas víricas, como el rotavirus. Contra este virus existen vacunas específicas y muy eficaces que se administran los primeros meses de vida.

Una buena higiene de las personas afectadas y sus cuidadores es clave para evitar la transmisión de persona a persona.

Tratamiento de la diarrea aguda, ¿hay que dar dieta astringente?

  • El primer objetivo es intentar que el niño no se deshidrate.
  • Lo más recomendable es ofrecer sales de rehidratación oral (SRO) que venden en las farmacias. No se aconsejan bebidas isotónicas, ni bebidas carbonatadas, ni sueros caseros. Si el bebé toma lactancia materna, se ha de seguir ofreciendo a demanda.
  • La tendencia actual es no retirar los lácteos si no hay sospecha de intolerancia transitoria a la lactosa.
  • Al contrario que hace unos años, parece que la alimentación precoz promueve la regeneración y recuperación de la mucosa intestinal. Es por este motivo que la realimentación juega un papel decisivo ya en las primeras etapas del tratamiento. La alimentación precoz está relacionada con la disminución de la enfermedad, aumento/recuperación del peso y mejoría del estado nutricional.
  • No hay ningún alimento que “corte” la diarrea, por lo que lo más sensato es ofrecer al niño alimentos que le gusten.
  • La eficacia de la dieta astringente hipocalórica basada en arroz, manzana, plátano o patata hace años que se cuestiona.
  • Parece que los probióticos pueden tener un papel en la recuperación del niño con diarrea aguda. Los que están recomendados por presentar evidencia científica son: Saccharomyces boulardii, Lactobacillus GG y, en menor medida, L. Reuteri.