Ante la epidemia del sobrepeso y la obesidad (un 53% de la población adulta esté por encima de su peso), las sociedades científicas han centrado sus esfuerzos en investigar diferentes métodos para el tratamiento de la pérdida de peso más allá de la intervención dietética, farmacológica o de cambios conductuales. Entre ellos, destacamos los procedimientos endoscópicos cuyo método más común es la inserción del balón intragástrico.
Entre los métodos para para el tratamiento de la obesidad debemos distinguir dos procedimientos, según la técnica utilizada:
En este artículo nos centraremos en analizar los pros y contras de la implantación del balón intragástrico, así como la correcta elección de los beneficiarios de esta técnica.
Antes de elegir esta opción terapéutica para la pérdida de peso, hay que tener en cuenta los siguientes criterios de elección de los pacientes que son aptos:
Por el contrario, la implementación del balón intragástrico es un procedimiento contraindicado en los siguientes casos:
En primer lugar, hay que tener en cuenta que esta intervención se realiza bajo anestesia general, tiene una duración de 20-30 minutos, no requiere de hospitalización y sólo puede ser realizada por un médico especialista en Endoscopia Digestiva.
En cuanto al proceso de intervención, primero se introduce un balón doblado de silicona resistente, pero flexible mediante endoscopia (de la boca hasta el estómago). Una vez en el estómago, se llena con 450-650 cc de suero fisiológico (ocupando entre el 40 y el 50% del volumen gástrico) y permanece flotando en el estómago por un periodo no superior a seis meses durante el cual se producirá una sensación de saciedad precoz tras la ingesta de alimentos.
Por último, una vez transcurridos los seis meses (o hasta un año en algunos tipos concretos de balones), se procede a la extracción del balón con una aguja de punción y un fórceps, retirándolo del estómago por endoscopia.
Una de las ventajas de las técnicas endoscópicas (balón intragástrico) frente a la cirugía bariátrica es la disminución de riesgos y complicaciones, ya que se respeta por completo la anatomía gastrointestinal sin producir modificaciones irreversibles. Además, se trata de una técnica con una óptima eficacia sólo a corto plazo: se puede perder hasta un kilo por semana según la situación de cada paciente, aunque esta pérdida se puede revertir (es muy frecuente recuperar el peso perdido a largo plazo) si el paciente no realiza una correcta educación nutricional durante los meses que lleva el balón.
Las complicaciones de esta técnica son mínimas y, en caso de haberlas, se dan lugar durante el proceso de implantación y retirada del balón:
Tal y como hemos comentado, la implantación del balón intragástrico debe ser un “impulsor” para producir una pérdida de peso a corto plazo ya que son múltiples los estudios que concluyen que esta técnica no implica una mayor pérdida de peso a largo plazo en comparación con un tratamiento convencional para la obesidad (dieta y ejercicio).
Por eso, debido a su carácter temporal, el uso del balón intragástrico debe ir acompañado siempre de un cambio de hábitos de forma definitiva, para poder mantener la pérdida de peso conseguida una vez retirado el balón
En resumen, el éxito de esta intervención radica en la motivación del paciente para realizar cambios permanentes en sus hábitos de alimentación y ejercicio durante y después de la implementación del balón gástrico.