La osteoartritis o artrosis es una enfermedad degenerativa que afecta al cartílago de las articulaciones. Cuando tienen lugar en las articulaciones de la cadera se produce la artrosis coxofemoral o artrosis de cadera.
La articulación de la cadera está formada por los huesos de la pelvis y el fémur. La cabeza del fémur encaja dentro del hueco de la pelvis, permitiendo gran variedad y amplitud de movimientos que habilitan, para caminar, agacharse, sentarse, etc.
Con el paso de los años, como en el resto de las articulaciones, se produce desgaste del cartílago articular y con ella la posible aparición de los síntomas. Es importante recalcar que la aparición de sintomatología no siempre es proporcional al daño tisular.
A pesar de que desde el punto de vista fisiológico agregar carga de trabajo a nuestras articulaciones es necesario para mantener la homeostasis (equilibrio) del tejido, cuando existen factores que modifican el funcionamiento o la biomecánica de la cadera, esta carga de trabajo puede generar cambios osteoartríticos. Estos factores podrían dividirse en dos grupos:
También es posible que la osteoartritis pueda aparecer de forma secundaria a otra patología.
La artrosis de cadera es una enfermedad crónica, por lo que suele evolucionar muy lentamente con el transcurso de los años.
Como sucede en los casos de artrosis que se producen en otras articulaciones, los síntomas principales que pueden acompañar a la artrosis de cadera son el dolor y la pérdida de función. Este dolor se localiza fundamentalmente en la región de la ingle o la cadera, aunque puede extenderse por la cara anterior y lateral del muslo y la nalga, llegando incluso hasta la rodilla.
Otros síntomas incluyen la rigidez matutina en la articulación, déficit de rotación interna y flexión de cadera y aumento de dolor al realizar flexión pasiva de cadera. En términos generales, se trata de una patología que puede afectar a la calidad de vida del paciente.
Gracias a la clasificación Kellgren-Lawrence, se puede dividir la osteoatritis en 4 estadios según los diversos signos radiológicos que aparezcan en radiografía:
Grado 1: espacio articular prácticamente intacto con posible formación de osteofitos.
Grado 2: posible reducción del espacio articular con formación de osteofitos.
Grado 3: reducción del espacio articular, formación moderada de osteofitos y posible deformación de las superficies articulares.
Grado 4: gran formación de osteofitos, reducción importante del espacio articular y clara deformidad de las superficies articulares.
A pesar de esta clasificación, es importante conocer la correlación entre el estado de los tejidos y la aparición de los síntomas. Es posible estar en un estadio avanzado de degeneración y no presentar sintomatología, así como no mostrar degeneración avanzada pero sí sintomatología.
En el caso de pacientes con sobrepeso es recomendable que se sometan a una dieta para la pérdida de peso, con el fin de evitar la sobrecarga de la articulación.
De igual modo, el uso de un bastón para caminar puede resultar beneficioso para el alivio del dolor cuando existen problemas graves durante la deambulación.
El tratamiento quirúrgico está indicado en pacientes con artrosis muy avanzada, en los que existe una limitación muy importante para caminar o realizar las actividades cotidianas. La intervención consiste en sustituir la articulación por una prótesis.
Tras un programa de rehabilitación después de la intervención, los pacientes suelen recuperar la capacidad de retomar su vida cotidiana, aunque puede haber excepciones.
Cuando el desgaste de la articulación no aconseja la intervención quirúrgica, se puede establecer un protocolo de tratamiento fisioterapéutico adaptado para disminuir los síntomas. El tratamiento incluiría:
El control y evaluación del paciente mediante escalas validadas será importante para objetivar el progreso. En definitiva, el objetivo del tratamiento es que el paciente se incorpore a sus actividades cotidianas con la menor limitación posible.
Bibliografía y referencias