En España se calcula que hay cerca de unos 30.000 niños menores de 15 años con diabetes (95% de los casos de tipo diabetes tipo 1). Te explicamos más acerca de esta enfermedad y cómo afrontarla en los más pequeños.
La diabetes mellitus (DM) comprende un grupo de enfermedades metabólicas caracterizadas por unos niveles de azúcar (glucosa) en sangre elevados. El nivel de glucosa en sangre se denomina glucemia o glicemia.
La hormona humana encargada de la regulación de la glucemia es la denominada insulina, sintetizada en el páncreas. Esta hormona actúa como “una llave” que permite abrir “las puertas” de la membrana o pared celular, para que la glucosa entre en los diferentes tipos de células y, así, puedan satisfacer sus necesidades de energía para poder realizar sus funciones.
La DM es una enfermedad frecuente. Puede ser considerada uno de los principales problemas de salud pública en el mundo occidental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que hasta el 50% de las personas que padecen diabetes están sin diagnosticar.
La diabetes tipo I es característica de personas jóvenes. Tiene una base autoinmune en unos casos y desconocida, en otros. En España se calcula que hay cerca de unos 30.000 niños menores de 15 años con DM (95% de los casos de tipo DM 1). Se calcula que cada año aparecen unos 1100 casos nuevos.
Aunque el origen es esencialmente desconocido, se acepta que la historia natural de la DM es la siguiente: en una persona genéticamente predispuesta (componente hereditario), actúa un factor desencadenante desconocido que motiva una respuesta autoinmune (defensas que atacan al propio cuerpo,) destruyéndose con ello, de forma progresiva y selectivamente, las células Beta del páncreas (encargadas de la producción de insulina).
La forma más frecuente de DM es la de tipo II (85-90% de los casos totales de DM), principalmente observada en adultos. Se debe a una resistencia de los tejidos a la acción de la insulina junto a un déficit secretor relativo de la misma.
El cuadro clásico de la DM tipo I comprende los siguientes:
Es importante realizar un diagnóstico lo más precoz posible, para evitar que se desencadene un estado denominado de cetoacidosis diabética, que es un cuadro clínico grave de descompensación metabólica.
El objetivo del tratamiento es conseguir un adecuado control metabólico con glucemias próximas a la normalidad y éste debe implantarse desde el inicio de la enfermedad. Se basa en lo siguiente: educación diabetológica – dieta – autocontrol insulina – ejercicio.
Hoy se propugna un tratamiento intensivo consistente en la administración de múltiples dosis de insulina o en el sistema de infusión continua (buena alternativa terapéutica en la edad pediátrica), realización de múltiples controles de glicemia capilar, automonitorización y autocontrol, basado todo esto en una educación diabetológica continuada.
Los pacientes con DM tipo I no producen suficiente cantidad de insulina para mantener la normalidad metabólica. Por ello, para su manejo debemos administrarla farmacológicamente, tanto para cubrir las necesidades basales como las de la ingesta.
El control de la ingesta es parte integral del tratamiento. La dieta o forma de alimentación debe ser semejante a la del niño sano, pero adaptada a la insulinoterapia y al ejercicio. Las tomas deben ser regulares y equilibradas en los distintos nutrientes esenciales.
El ejercicio físico (incluyendo tanto actividades y deportes recreativos como competitivos), realizado en condiciones óptimas, puede ayudar a un mejor control de la enfermedad. Se recomiendan los ejercicios aeróbicos. Además de las ventajas que aporta el deporte a corto plazo (descenso de glucemia, disminución de las necesidades de insulina por aumento de la sensibilidad a ésta…), es beneficioso también a largo plazo sobre el perfil lipídico (nivel de grasas sanguíneas), la tensión arterial y la actividad cardiaca.
Para conseguir los objetivos, el personal sanitario debe realizar una educación y motivación continuada, entrenar a los pacientes en el autocontrol e individualizar los objetivos.
Las nuevas posibilidades terapéuticas que se desarrollan o perfeccionan en los últimos años incluyen el trasplante de páncreas, la inyección de células madre pluripotenciales o la prevención de la enfermedad mediante la administración de ‘vacunas’ contra la diabetes mellitus, entre otros ejemplos.
El tratamiento intensivo de la diabetes retrasa la aparición de las complicaciones crónicas de la enfermedad (la neuropatía, la micro y macroangiopatía…) que comprometen, de forma grave, la calidad y la expectativa de vida de los pacientes.