Hay algo que distingue a los profesionales que logran consolidar su carrera de aquellos que se estancan: su capacidad para interactuar, adaptarse y comunicar. Puedes tener un currículum impecable y dominar a la perfección las técnicas de tu sector, pero si careces de habilidades interpersonales, tu crecimiento profesional estará limitado. Ahí es donde entran en juego las soft skills.
Las soft skills son competencias transversales que no dependen de una formación técnica específica, sino de la forma en que las personas interactúan con su entorno. Son habilidades blandas relacionadas con la inteligencia emocional, la comunicación, el liderazgo y la resolución de problemas.
A diferencia de las hard skills, que se pueden medir y certificar (idiomas, programación, diseño gráfico, etc.), las soft skills, al relacionarse directamente con los rasgos de la forma de ser y la mentalidad, son más difíciles de cuantificar. Pero su impacto en el rendimiento laboral es innegable.
Para APD, las soft skills más valoradas por las empresas han sido aquellas que contribuyen al trabajo en equipo, la resolución de conflictos y la adaptabilidad a los cambios. Algunas de las más destacadas incluyen:
Esta recopilación de ejemplos permiten entender, de forma sencilla, el impacto real de las soft skills en el trabajo:
Las hard skills y las soft skills cumplen funciones complementarias en el entorno laboral. Las hard skills se refieren a conocimientos técnicos específicos adquiridos a través de formación académica y experiencia profesional. Estas habilidades “duras” son medibles, certificables y directamente aplicables a tareas concretas.
Por otro lado, las soft skills están relacionadas con la interacción interpersonal, la adaptabilidad y la capacidad de resolver problemas. No son fácilmente cuantificables, ya que dependen de la personalidad y la experiencia. Mientras que las hard skills permiten ejecutar tareas, las soft skills determinan cómo se trabaja con otros, cómo se enfrentan los desafíos y cómo se gestionan situaciones de presión.
En definitiva, si bien las competencias técnicas siguen siendo esenciales, el desarrollo de habilidades blandas se convierte en un factor clave a la hora de impulsar tu carrera o determinar el crecimiento de tu empresa.
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